|| Sayf ||

En medio oriente, la realeza es tratada como tal,  las familias son cuidados por personas capaces y fieles, dispuestos a sacrificarlo todo por su bienestar y el seguir de sus deseos. Guardaespaldas, guardias, asesino, investigadores, hombres cuya razón de existir es ser de utilidad a los  lideres de aquel  pueblo que pueden llegar a ser amados u odiados a niveles inimaginables por el mismo. Rivalidades,  conspiraciones y traiciones, todas esas cosas hacen necesario el uso de hombres de este tipo y Sayf es uno de ellos. Durante varias generaciones, la familia de Sayf sirvió a la realeza de medio oriente, de una familia a otra, se destacaban por su incondicional fidelidad, dedicación y capacidad. Decir que en su sangre esta el instinto de servir sería un error, ya que es todo lo contrario, algo característico en su familia es precisamente su orgullo y es ello lo que les mueve a sobresalir y servir sin falla alguna. 

Sayf creció siendo entrenado, educado y mentalizado a ser el mejor en todo lo que hiciera, en no dejar que su temperamento o emociones interfirieran en su deber y en buscar por sobre todas las cosas, seguir las órdenes al pie de la letra. Al llegar a la edad adecuada, el gato fue designado a uno de los hijos de la familia real de Abu Dabi, Rayhan .  No por ello recibió un buen trato. Debido a su juventud, durante muchos años fue victima de desprecio y abuso de su ‘amo’, más no dejo que aquello le afectara, su orgullo se lo impedía. Pese a no obtener la simpatía de aquel príncipe, Sayf se esforzaba y continuaba haciendo su trabajo sin rechistar, dándose cuenta con los años, que era precisamente por el hecho de que no respondía a las agresiones, que aquel hombre le tenía a su lado, era su juguete, aquel al que podía despreciar, insultar e incluso lanzar el té hirviendo, solo para pedirle después que fuera a darle un mensaje al emir, su hermano, en tal estado.

Aquella era un situación sumamente frustrante, en especial cuando el gato se sabía capaz de muchas cosas más y de que algún día terminaría explotando y probablemente suicidándose ya que si mataba al príncipe o lo amenazaba, pondría en vergüenza el nombre de su familia. Era una pesadilla. Debía ser profesional, debía ser la mejor persona y en especial, debía no asfixiar a aquel molesto hombre con la almohada. Era una pesadilla, una horrible pesadilla y lo peor de todo es que aquel hombre no se cansaba de él, no se cansaba de usarlo como chivo expiatorio para su aburrimiento, siendo secundado por el mismo soberano del país, su hermano Hazma.

Cuando viajo fuera del país, al otro lado del mundo, Sayf se encontró maravillado ante el diferente entorno, curioso y con la natural sensación de explorar, más suprimiéndola al saber que su deber era proteger al hombre que tanto detestaba. Fue lo que podría decirse un incidente, quizás un error del cual Sayf no se arrepentía y fue el levantar su voz y rechazar por completo a Rayhan, rechazarlo en lo cual era un plan intimo, podía tratarlo como un juguete, humillarle e insultarle pero el gato tenía el carácter y entereza de decidir con quién podía o no tener una relación de ese tipo, era un guardián, no un esclavo. Aquella rebelión fue suficiente para finalmente caer de la gracia –si es que había alguna- de su ‘príncipe’. 

A la mañana siguiente, cuando Sayf despertó, se encontraba atado, rodeado de hombres desconocidos y armados que comenzaban a transportarle a algún lado.  El gato se resistió, logro liberarse una vez y casi pudo escapar, más superado en número y sin armas, se vio nuevamente sujeto y sedado. Cuando volvió a despertar, vio para su enfado, el como aquel a quien llamo “señor” y “excelencia” simplemente se había cansado de él, habiéndolo vendido a hombres extranjeros, hombres que le llevaron a una asquerosa jaula en una extraña y sucia fabrica ubicada en Aramise. 

Sintiendo un inmenso rencor y odio hacía aquella traición, Sayf espera pacientemente el poder salir de aquel lugar, pese a que si volviera a encontrarse Rayhan, esta vez no dudaría en amenazarle con su espada, quizás cortarle un dedo o dos, humillarle y torturarle de forma en que experimentara en carne viva el dolo que sufrió el orgullo de Sayf,  en aquella fabrica, tenia tiempo suficiente como para fantasear con la venganza. El asesinato y la retorcida satisfacción que sentiría al terminar con la vida de Rayhan y Hazma, habiendo sido el primero quien rompió la confianza de Sayf, no debiéndole ni una pizca de fidelidad o respeto a la familia real de Abu Dabí.